Necesidad... a encontrarnos satisfechos. ¿A qué punto? A encontrarnos completos ¿de qué?. A ahogar nuestros deseos más íntimos saciándolos, reemplazándolos por otros más accesibles o en el peor de los casos dándonos por vencidos. ¿Renunciar a mis sueños? ¿Acaso has perdido la cordura? Es que no puedo, lo intento pero por más que más trato, más me alejo. Me confunde, me desorienta, me debilita, me hiere, me absorbe a una corriente entre miedos y dudas, sufrimiento y desolación. Me lastimo a mi mismo. Me dejo llevar por seres que están más allá de mi inteligencia. Mi cuerpo es controlado por alguien más. Mi mente consumida en la desesperación y la confusión de mis necesidades, que aun no he de reconocer o distinguir.
La búsqueda... aquí, allá... por todos lados. No importan los medios. No importan los obstáculos. No importa nada. ¿Te quieres oponer? Inténtalo. Has de este oasis un poco más difícil. Nada se obtiene del cielo. Suelo ser exigente con mis prioridades. Otras veces no. Pensamientos bipolares que tosquean el emprendimiento.
Requisitos, ¿a cumplir? Esto y aquello. A veces también lo otro. O quizás solo una cosa, que tan solo por un momento de tu vida me consideres alguien.
Agotado... de no entender, de pensar, de sufrir, de acostarme cada noche y torturarme con utopías. Es como correr tras el aire, no lo veo, no se hacia donde se dirige exactamente y lo pierdo, llevándome a otro sitio. No se dónde está pero sé que existe y sigo corriendo ciego entre sueños imposibles y lágrimas que no secan.
